La justicia, en que yo me voy al Padre



La justicia, en que yo me voy al Padre


Martes VI de Pascua


Evangelio Diario y Meditación



 

+ Oración al Espíritu Santo


 Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén




+ Santo Evangelio


Evangelio según San Juan 16, 5-11. 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 

"Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: '¿A dónde vas?'. 

Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. 

Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. 

Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. 

El pecado está en no haber creído en mí. 

La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. 

Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado."




+ Meditación Patrística:


 Primer Punto: Como los discípulos aún no eran perfectos, les asaltó la tristeza; y el Señor, reprendiéndoles, les alentó diciendo: "Y ahora voy a Aquel que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta ¿a dónde vas?" Y era que como habían oído que cualquiera que los matara creería hacer un servicio a Dios, se acobardaron de tal manera que no le hablaban palabra. Por eso dice: "Porque os he dicho esto, la tristeza se ha apoderado de vuestro corazón", etc. No es pequeño consuelo saber que Dios conocía su gran tristeza por su abandono, por los trabajos que les había dicho que habían de pasar, y que no sabían si los podrían soportar varonilmente. (San Juan Crisóstomo)


 Segundo Punto: Al irse el Señor al cielo no le preguntaron con palabras, sino que le acompañaron con su mirada. Pero veía el Señor el efecto que en sus corazones hacían sus palabras. Puesto que no tenían aún el consuelo interior del Espíritu Santo que habían de recibir, temían perder lo que exteriormente veían en Cristo. Además, puesto que el Señor siempre decía la verdad, no cabía que dudasen de que los iba a dejar. Así pues, el humano cariño los entristecía, y por esto les dijo: "Porque os he dicho esto, la tristeza se ha apoderado de vuestro corazón", etc. Pero El conocía qué era lo que más les convenía, porque la visión interior con que el Espíritu Santo había de consolarles, era mejor. Por esto añadió: "Pero os digo, en verdad, que os conviene que yo me vaya", etc. (San Agustín) 


 Tercer Punto: Triunfar de la muerte y no sucumbir ante el poder del infierno les era totalmente imposible: únicamente vencerían llenos de «un amor fuerte como la muerte» (Mt 16,18; Ct 8,6) y de una pasión tan cruel como el abismo. Este es el celo que los devoraba cuando la gente los creía borrachos. Es cierto que estaban bebidos, pero no de un vino ordinario. Estaban ebrios, repito, pero del vino nuevo que los odres viejos no merecen ni pueden contener. Este vino es fruto de la «vid celestial», un vino que alegra el corazón y no trastorna la mente; un vino que desarrolla a los jóvenes y no extravía a los hombres inteligentes. Un vino desconocido para los habitantes de la tierra. En el cielo siempre había sido abundante... Por todas las calles y plazas de la ciudad corría ese vino que llena de alegría el corazón(Jn 15,1; Sal. 103,15). (San Bernardo, Abad)




+ Mensaje


“¡Queridos hijos! También hoy deseo invitarlos a la oración y al abandono total a Dios. Ustedes saben que Yo los amo y es por amor que he venido aquí, para mostrarles el camino de la paz y la salvación de sus almas. Yo deseo que ustedes me obedezcan y que no permitan a Satanás que los seduzca. Queridos hijos, Satanás es fuerte y por eso les pido sus oraciones y que me las ofrezcan por aquellos que están bajo su influencia, para que sean salvados. Den testimonio con sus vidas y ofrezcan sus vidas por la salvación del mundo. Yo estoy con ustedes y les doy las gracias. En el Cielo, ustedes recibirán el Padre la recompensa que El les ha prometido. Por tanto, hijitos, no se preocupen. Si ustedes oran, Satanás no podrá hacer nada contra ustedes, porque ustedes son hijos de Dios y el cuida de ustedes. Oren! Que el Rosario esté siempre en sus manos como signo para Satanás de que ustedes me pertenecen. Gracias por haber respondido a mi llamado!. (Mensaje, 25 de febrero de 1988)




+ Coloquio


 Dios, Padre nuestro, gracias porque Tú eres nuestro Padre y porque nos has llamado a ser Tus hijos. Gracias porque nos has revelado Tu amor por medio de Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre. Te alabamos por la misericordia que nos has mostrado en El. Te damos gracias porque nos has prometido enviarnos a Tu Espíritu Santo y especialmente por habernos enviado a María para que pueda guiarnos en este tiempo de gracia. Te pedimos, oh Dios, Padre nuestro, que abras nuestros corazones y nos liberes de todo lo que nos cierra a Ti. Danos la gracia de regocijarnos con Tu Palabra. Danos la gracia de poder entenderla y aceptar Tu voluntad sin miedo. (Fray Slavko Barbaric, 27 de Noviembre 1997)




+ Comunión Espiritual


 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.I Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)