"Robaba lo que se ponía en ella”




"Robaba lo que se ponía en ella”

Lunes Santo


Evangelio Diario y Meditación

+Santo Evangelio

Evangelio según  San Juan 12,1-11. 
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. 
Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. 
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. 
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: 
"¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". 
Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. 
Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. 
A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre". 
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. 
Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él. 


+Meditación Patrística:

San  Bernardo
 “La fragancia de los perfumes es exquisita” se lee en el Cantar de los Cantares (1-3). Distingo varias especias... Hay el perfume de la contrición y el de la piedad; hay el perfume de la compasión... Hay un primer perfume que el alma compone para su propio uso cuando, presa en la red de sus muchos pecados, comienza a reflexionar sobre su pasado. Reúne entonces el mortero de su conciencia, para aglomerar y mezclar, los muchos pecados que había cometido; y en la perola de su corazón ardiendo, los cuece en el fuego de la penitencia y de la contrición... Este es el perfume con el que el alma pecadora cubre los inicios de su conversión y unge sus llagas recientes; porque el primer sacrificio que hay que ofrecer a Dios es un corazón arrepentido. Mientras el alma, pobre y miserable, no tiene con qué componer un ungüento más precioso, no debe descuidar de preparar éste, incluso si lo hace con materias primas muy ordinarias. Dios no desprecia un corazón quebrantado y humillado (cf Sal 50,19)...
    Este perfume invisible no podrá, desde luego, parecernos vulgar si comprendemos que está simbolizado por el perfume que, según el evangelio, derramó la pecadora sobre los pies del Señor. Leemos, en efecto, que “toda la casa se llenó de la fragancia de este perfume”... Recordemos el perfume que llena la Iglesia por la conversión de un solo pecador; cada penitente que se arrepiente se convierte para otros muchos en perfume de vida que los despierta a la vida. El aroma de la penitencia sube hasta las moradas celestiales, ya que, según las Escrituras, “el arrepentimiento de un solo pecador es una gran alegría para los ángeles de Dios” (cf Lc 15,10).


+Comunión Espiritual

De Santa Margarita María Alacoque
  “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.