Enaltece a los humildes



Novena de Navidad

22 de Diciembre

Domingo IV de Adviento


Evangelio Diario y Meditación

  •   Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén


+Santo Evangelio

Evangelio según san Lucas 1, 46-56:

En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
“su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
“derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia”
—como lo había prometido a “nuestros padres”—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.


+ Meditación Patrística:

Primer Punto:  ¡Oh verdadera humildad, que parió a los hombres un Dios, dio a los mortales la vida, renovó los cielos, purificó el mundo, abrió el paraíso y libró a las almas de los hombres! La humildad de María se convirtió en escala para subir al cielo, por la cual Dios baja hasta la tierra. ¿Qué quiere decir "miró", sino "aprobó"? Muchos parecen humildes a los ojos de los hombres; pero la humildad de ellos no la mira el Señor, porque si fuesen verdaderamente humildes, querrían que Dios fuese alabado por los hombres, y no que los hombres los alabasen. Y su espíritu se alegraría, no en este mundo, sino en Dios. ( S. Agustín).

Segundo Punto: Cosas grandes sabían los demonios y el diablo las sabía de los gentiles, los fariseos y escribas; sin embargo, Dios los depuso y elevó a los que se humillaban bajo la mano poderosa de Dios ( 1Pe 5), dándoles la virtud de hollar con los pies las serpientes, los escorpiones y todo el poder del enemigo ( Lc 10). Los judíos eran también soberbios por su poder, pero su incredulidad los postró; y de entre los gentiles subieron muchos, oscuros y humildes, por medio de la fe, a la cumbre de la perfección. (San Cirilo de Jerusalén).

 +Tercer Punto:
  Si las gracias que me habéis dispensado las hubieseis hecho a un hereje o a un idólatra,  aquellos se habrían vuelto santos,  y yo os he ofendido.  ¡Ah!  No os acordéis,  Señor,  de las injurias que os he hecho.  Vos,  ya lo habéis dicho,  que cuando el pecador se arrepiente os olvidáis de todos los ultrajes recibidos:  Omnium iniquitatum ejus non recordabor,  Si por lo pasado no os he amado,  para lo sucesivo no quiero hacer otra cosa que amaros.  Vos os habéis dado todo a mí,  y yo os doy toda mi voluntad.  Con esta yo os amo,  yo os amo,  y quiero repetirlo siempre.  Así diciendo, quiero vivir y morir,  espirando el último aliento con estas dulces palabras en mi boca:  Mi Dios,  os amo,  para comenzar desde el momento que entraré en la eternidad un amor continuo hacia Vos,  que durará eternamente, sin cesar jamás de amaros. (San Alfonso Mª Ligorio).


  • Coloquio:
 Señor mío,  ¿queréis saber de mí cómo me he portado con Vos en mi vida?
Desde que comencé a tener uso de razón, comencé también a despreciar vuestra gracia y vuestro amor.  Vos mejor lo sabéis que yo;  pero me habéis sufrido porque aún me queréis bien.  Huía de Vos,  y os habéis acercado llamándome. 
Aquel mismo amor que os hizo bajar del cielo para venir a buscar la oveja perdida,  ha hecho que me sufrieseis tanto,  y no me abandonaseis.
Jesús mío,  ahora Vos me buscáis,  y yo os busco también.  Siento ya que vuestra gracia me asiste;  me asiste con el dolor de mis pecados,  que aborrezco sobre todo mal;  me asiste con el grande deseo que tengo de amaros y daros gusto.!  (San Alfonso Mª Ligorio)


  • Comunión Espiritual:

 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)