El que no renuncie a todo…



El que no renuncie a todo…

Miércoles XXXI Tiempo Ordinario

Evangelio Diario y Meditación


  •   Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén


+Santo Evangelio

Evangelio según san Lucas 14, 25-33
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: “Éste comenzó a edificar y no pudo terminar”.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo.


+ Meditación Patrística:

Primer Punto: El Señor, para dar a conocer que este odio hacia los prójimos no debe nacer de la afección o de la pasión, sino de la caridad, añadió lo que sigue: "Y aun también su vida". Porque es evidente que amando debe aborrecer al prójimo el que lo aborrece como a sí mismo, puesto que aborrecemos con razón nuestra vida cuando no condescendemos con sus deseos carnales, cuando contrariamos sus apetitos y resistimos a sus pasiones. Ahora, puesto que despreciada se vuelve mejor, viene a ser amada por el odio.  (San Gregorio) 

Segundo Punto: la palabra cruz quiere decir tormento, nosotros llevamos la del Señor de dos maneras: cuando mortificamos la carne por la abstinencia, o cuando hacemos nuestras las aflicciones de nuestros prójimos por la compasión. Pero como algunos hacen ver las mortificaciones de su carne, no por Dios, sino por vanagloria y son compasivos, no espiritual, sino materialmente, con razón añade: "Y viene en pos de mí". Llevar la cruz e ir en pos de Jesucristo, es lo mismo que guardar la abstinencia de la carne y compadecerse del prójimo con el afán de ganar la eterna bienaventuranza.  (San Gregorio)   

 Tercer Punto: El Señor se propone con los ejemplos citados no facultar o dar licencias a cada uno para que se haga o no discípulo suyo, como puede uno no poner el cimiento o no tratar de la paz, sino manifestar la imposibilidad de agradar a Dios entre aquellas cosas que distraen el alma y la ponen en peligro, haciéndola más accesible a las asechanzas y astucias del enemigo. (San Basilio)

  • Coloquio:
 ¡Oh amable Jesús, de mí tan despreciado! Vos habéis bajado del cielo a rescatarnos del infierno y daros todo a nosotros;  ¿cómo, pues,  hemos podido volveros tantas veces las espaldas,  sin hacer caso de vuestros favores?
¡Oh Dios! ¡Los hombres son tan agradecidos con las criaturas,  que si cualquiera les hace un regalo,  si les envía una visita de lejos,  si les muestra una señal de afecto,  no se olvidan de ella y se sienten obligados a corresponderles;  y al mismo tiempo son tan ingratos con Vos,  que sois su Dios tan amable,  y que por su amor no habéis rehusado dar la sangre y la vida!
Más,  ¡Ay de mí!  Que he sido para con Vos peor que los demás,  porque he sido más amado y más ingrato que los otros. (San Alfonso Mª Ligorio)

  • Comunión Espiritual:
 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)