'Me voy y volveré a ustedes’






Me voy y volveré a ustedes


Martes V de Pascua


Evangelio Diario y Meditación



 

 + Oración al Espíritu Santo


 Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén




+ Santo Evangelio


Evangelio según San Juan 14,27-31a. 

Jesús dijo a sus discípulos: 

«Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman ! 

Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 

Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. 

Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»

    



+ Meditación Patrística:


 Primer Punto: Podía turbarse y temblar el corazón de ellos, porque se ausentaba (aunque había de volver), y acaso entre tanto el lobo invadiría el rebaño por la ausencia del pastor. De aquí sigue: "Habéis oído que os dije: Voy y vengo a vosotros". Iba en tanto que era hombre, más permanecía en cuanto era Dios. ¿Por qué así turbarse y temblar su corazón, cuando si bien se ocultaba a la vista, no abandonaba al corazón? Y para que comprendiesen que al decir que se iba hablaba en cuanto hombre, dijo: "Si me amaseis os alegraríais, porque voy al Padre", etc. Por lo mismo de que el Hijo no era igual al Padre, por eso irá al Padre, desde el cual vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Mas también por lo mismo que es igual al Generador, no se separa del Padre, sino que está con El todo en todas partes, con igual divinidad, la cual no ocupa lugar. El mismo Hijo de Dios, igual al Padre en la forma de Dios (porque se anonadó no dejando la forma de Dios, sino tomando la de siervo), es también mayor a sí mismo, porque la forma de Dios, no perdida, es superior a la de siervo, tomada. Esta, pues, es la forma de siervo, respecto de la que el Hijo de Dios es menor, no sólo al Padre, sino también al Espíritu Santo. También respecto de esta forma de siervo, Cristo era inferior a sus propios padres, cuando siendo niño les estaba sometido según dice el Evangelio. Reconozcamos, pues, la doble naturaleza de Cristo: la una por la cual es igual al Padre, que es la divina, y la humana, que le hace inferior al Padre. Una y otra naturaleza no constituyen dos, sino un solo Cristo, porque Dios no es cuaternidad, sino Trinidad. Dijo asimismo: "Si me amarais, os alegraríais, porque voy al Padre", en atención a que la naturaleza humana merecía albricias por haber sido tomada por el Verbo Unigénito, que la había de hacer inmortal en el cielo, y hasta tal punto se había de sublimar en la tierra, que el polvo incorruptible se sentaría a la derecha del Padre. ¿Quién, que ame a Cristo en tal manera, no había de alegrarse, viendo su naturaleza elevada a grado inmortal, y esperando para sí gloria semejante por Cristo?. (San Agustín)


 Segundo Punto:  ¿Cómo es esto? ¿Pues no debe creer el hombre, antes que suceda, todo aquello que tiene obligación de creer? En verdad que el mérito de la fe está en que no se vea aquello que se cree. Porque si bien se dijo: "Porque viste, creíste" ( Jn 20,29), aquel a quien esto se dijo, no creyó lo mismo que vio: vio al hombre y creyó en Dios. Mas aunque se dice que se creen las cosas que se ven, como suele decir cada cual que ha creído con los ojos, sin embargo, no es ésta la fe que se edifica en nosotros, sino que por las cosas que vemos se opera en nosotros la creencia de aquellas que no se ven. Dice: "Cuando haya sucedido", porque después de la muerte, lo habían de ver vivo y subiendo al Padre. Y visto esto, habrían de creer que El es el Cristo, Hijo de Dios, porque pudo hacer esto y predecirlo antes que sucediese. Y habían de creer esto, no por una fe nueva, sino por la misma fe aumentada. O mejor, con una fe que faltó cuando murió, pero que renació con la resurrección. (San Agustín) 


 Tercer Punto: De aquí, cuando el Apóstol dice: "Contra los rectores del mundo" ( Ef 6,12), expone en seguida lo que entiende por mundo: "De estas tinieblas", esto es, de los hombres impíos. "Y nada tiene en mí"; porque ni Dios había venido con pecado, ni la Virgen había parido su carne de la descendencia del pecado. Y como si alguien le objetase: ¿Entonces cómo vas tú a morir, no teniendo pecado, cuando sólo éste es merecedor de la muerte? Continúa: "Para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me dio el mandamiento, así hago. Levantáos, vamos de aquí", porque recostado hablaba a los discípulos, también recostados 1. "Vamos" (dijo) al lugar en que tiene que ser entregado a la muerte, el que de ninguna manera la merecía. Mas para morir, tenía el mandato del Padre. (San Agustín)




Mensaje


"¡Queridos hijos! También hoy los invito a vivir y a seguir con particular amor todos los mensajes que Yo les doy. Queridos hijos, Dios no quiere que ustedes sean tibios e indecisos, sino que se abandonen totalmente a El. Ustedes saben que Yo los amo y que ardo de amor por ustedes. Por tanto, queridos hijos, decídanse por el amor para que también ustedes sean inflamados y puedan conocer cada día el amor de Dios. Queridos hijos, decídanse por el amor, para que el amor reine en todos ustedes, pero no el amor humano, sino el amor divino. Gracias por haber respondido a mi llamado!”  (Mensaje, 20 de noviembre de 1986)




Coloquio


 Amado Jesús,  tened piedad de mí,  no permitáis que viva más  ingrato a vuestro amor;  dadme luz,  dadme fuerza de vencerlo todo,  para cumplir vuestra voluntad. 

Escuchadme os ruego,  por los méritos de vuestra Pasión.  En esta yo todo lo confío,  y en vuestra intercesión.

¡¡Eterno Padre!  Por amor de Jesucristo aceptad que yo os ame.  Si yo os he enojado,  aplacaos con las lágrimas de Jesús niño,  que os ruega por mí:

Respice in faciem Christi tui.  Yo no merezco gracias,  pero las merece este Hijo inocente,  que os ofrece una vida de penas,  a fin de que Vos uséis conmigo de misericordia. 

Y Vos,  madre de misericordia,  María,  no dejéis de interceder por mí.  Sabéis cuánto confío en Vos,  y yo sé bien que no abandonáis a quien a Vos recurre.




+ Comunión Espiritual


 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.I Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)