“Mi madre y mis hermanos”
Martes XXV
Evangelio Diario y Meditación
+Santo Evangelio
Evangelio según Evangelio san Lucas 8, 19-21
La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anuncia ron a Jesús: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte”. Pero Él les respondió: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
+Meditación Patrística:
San Ambrosio
El Maestro moral, que se ofrece como ejemplo a los demás, había de mandar a todos que abandonasen a su padre y a su madre, porque en caso contrario no serían dignos de llamarse hijos de Dios. El se sujetó primero a esta sentencia, no menospreciando el respeto debido a la madre, porque suyo es este precepto: El que no honrare a su padre y a su madre será castigado de muerte ( Ex 21,15). Lo hizo porque sabe que debe más a los misterios del Padre que a los afectos de la Madre. Tampoco rechaza con injuria a los padres, sino que enseña que el vínculo de las almas es más sagrado que el de los cuerpos. No niega que sea su Madre (como algunos herejes pretenden), a quien también conoció desde la cruz, sino que da la preferencia a los mandatos del cielo sobre los vínculos de la carne.
En sentido místico, el que busca a Cristo no debe estar fuera. Porque se dice: "Acercaos a El y seréis iluminados" ( Sal 33,6). Si están fuera, ni aun los mismos parientes son reconocidos; y acaso no son reconocidos para nuestro ejemplo. ¿Cómo, pues, seremos nosotros reconocidos por El, si estamos fuera? También se puede entender por parientes a los judíos, de quienes procedía Jesucristo según la carne, y que la Iglesia debe ser preferida a la sinagoga.
+Reflexión: No dice esto reprendiendo a su Madre, sino ayudándola mucho. Porque si era solícito para los demás, a fin de que formasen de El juicio acertado ¿cuánto más respecto de su Madre? No la hubiese elevado a tanta dignidad si ella hubiese esperado que El la obedecería siempre como a un hijo y no lo hubiese considerado como Dios. (Crisóstomo)
De Santa Margarita María Alacoque
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado.” Amén.