El entró y se quedó con ellos




Lo habían reconocido al partir el pan


Miércoles Octava de Pascua


Evangelio Diario y Meditación



  • Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén




+ Santo Evangelio


Evangelio según San Lucas 24,13-35. 

Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. 

En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. 

Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. 

Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. 

El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!". 

"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. 

Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. 

Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. 

Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron". 

Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! 

¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?" 

Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. 

Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. 

Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos. 

Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. 

Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. 

Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?". 

En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!". 

Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.  




+ Meditación Patrística:


Primer Punto: Los días que transcurren entre la Resurrección del Señor y su Ascensión no pasaron infructuosamente, sino que en ellos recibieron su confirmación grandes misterios y se nos revelaron grandes verdades. En estos días se nos arranca el temor a la muerte y la inmortalidad y no solo del alma, sino también del cuerpo, se nos revela... 

   En estos días, el Señor se junta y acompaña a dos discípulos que iban de camino; y para disipar en nosotros toda tiniebla de duda, reprende la tardanza en creer de estos hombres asustadizos y amedrentados. Sus corazones iluminados reciben la llama de la fe, estaban tibios, y al explicarles el Señor las Escrituras, se vuelven fervorosos. Asimismo se les abren los ojos al sentarse a la mesa y partir el Señor el pan. Mucho más dichosos fueron los ojos de estos, pudiendo contemplar la glorificación de la naturaleza humana del Salvador, que los de nuestros primeros padres, cuyos ojos se abrieron ante la confusión de su propio pecado (Gn 3,7).

  En medio de estos y otros milagros, como los discípulos temblaban sobrecogidos del temor, el Señor se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con vosotros» (Lc 24, 36; Jn 20,26). Para alejar de sus pensamientos la duda... el Salvador demuestra la falsedad de tales cavilaciones mostrándoles las señales de la crucifixión sobre sus manos y pies... Y así pudiera creerse, no con fe dudosa, sino a ciencia cierta, que la misma naturaleza que estuvo en el sepulcro había de sentarse juntamente con Dios Padre en su trono. Durante todo este tiempo que transcurre entre la resurrección del Señor y su Ascensión, oh amadísimos, esto es lo procuró la providencia de Dios, esto lo que enseñó y metió en los ojos y corazones de los suyos, para que reconociesen por verdaderamente resucitado al Señor Jesucristo, que era el mismo que había nacido, padecido y muerto. (San Leon Magno)


Segundo Punto: Si estando en tierra no se deja tocar, sentado en el cielo, ¿cómo le tocará el hombre? Ciertamente que, antes de su ascensión, se ofreció a sus discípulos para que le tocasen, diciendo: "Palpad, y ved que el espíritu no tiene carne y hueso" (Lc 24,39); como dice San Lucas. Sería absurdo suponer que quiso ser tocado por sus discípulos antes de subir al Padre y no lo consintió a las mujeres sino después de haber ascendido al Padre. Pero se lee que también las mujeres, entre las que se encontraba la misma María Magdalena, tocaron a Jesús después de su resurrección y antes de que subiera al cielo. Cuenta San Mateo que Jesús les salió al encuentro, diciendo: "Os saludo", y ellas, entonces, acercándose, abrazaron sus pies. O esto está dicho figurando María Magdalena a la Iglesia de los gentiles, que no creyó en Cristo sino después de la ascensión al Padre; o quiso Jesús significar espiritualmente que no podía ser tocado sin que ella creyera que El y el Padre son uno mismo. En efecto, El ascendió en cierta manera al Padre por sus sentidos íntimos, hasta reconocerse su identidad con el Padre. (San Agustín)


 Tercer Punto: Que el Señor haya hecho ademán de ir más lejos cuando acompañaba a sus discípulos, explicando las Sagradas Escrituras a quienes ignoraban que fuese El mismo, significa que ha inculcado a los hombres el poder acercarse a su conocimiento a través de la hospitalidad; para que cuando El mismo se haya alejado de los hombres -al cielo- sin embargo, se quede con aquellos que se muestran como sus servidores. Aquel que una vez instruido en la doctrina participa de todos los bienes con el que lo catequiza, detiene a Jesús para que no vaya más lejos. He aquí, por qué estos fueron catequizados por la palabra, cuando Jesucristo les expuso las Escrituras. Y como honraron con la hospitalidad a Aquel que no conocieron en la exposición de las Escrituras, lo conocieron en el modo de partir el Pan. No son buenos delante de Dios los que oyen su palabra, sino los que obran según ella. (Rom 2,13). (San Agustín)




+ Mensaje


“Queridos hijos, con amor materno deseo ayudaros para que vuestra vida de oración y penitencia sea un verdadero intento de acercamiento a mi Hijo y a Su luz divina, para que sepáis cómo separaros del pecado. Cada oración, cada Misa y cada ayuno son un intento de acercamiento a mi Hijo, una remembranza de Su gloria y un refugio del pecado; son el camino hacia una nueva unión del buen Padre con sus hijos. Por lo tanto, queridos hijos míos, con los corazones colmados de amor, invocad el nombre del Padre Celestial para que os ilumine con el Espíritu Santo. Por medio del Espíritu Santo, os convertiréis en fuente del amor de Dios. De esa fuente beberán todos aquellos que no conocen a mi Hijo, todos los sedientos del amor y de la paz de mi Hijo. ¡Os doy las gracias! Orad por vuestros pastores. Yo oro por ellos y deseo que ellos sientan siempre la bendición de mis manos maternas y el apoyo de mi Corazón materno.”  (2 de Abril del 2014)



  • Coloquio

Oh Señor, Te pedimos la gracia y la fortaleza interior para superar cualquier pecado y liberarnos de la soberbia, los celos, la envidia, de cualquier dependencia a este mundo. Libéranos del odio, del miedo y de las agresiones, de cualquier sentimiento negativo. Danos la gracia de orar y de buscarte en la oración. Te presentamos a todos los que han perdido el sentido de la vida, que puedan decidirse por la oración, a fin de encontrar el sentido de la vida en Ti y sólo en Ti. Pedimos por todos los que están enfermos para que puedan descubrir el sentido de sus enfermedades y cruces. Dales, oh Señor, esta gracia.(Fr. Slavko Barbaric, 28 de Abril, 1997)




  • Comunión Espiritual:

 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)