El que viene de lo alto





El que viene de lo alto


Jueves II de Pascua


Evangelio Diario y Meditación




 + Oración al Espíritu Santo


 Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén




+ Santo Evangelio


 Evangelio según San Juan 3, 31-36. 

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. 

El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. 

El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. 

El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. 

El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.     




+ Meditación Patrística:


 Primer Punto:  Así como el gusano roe los troncos y el óxido destruye el hierro, así la vanagloria, fomentándose a sí misma, pierde al alma. Por lo tanto se necesita mucho cuidado para que destruyamos esta pasión, por lo que San Juan, respondiendo a los discípulos que tenían esta pasión, apenas con muchas razones los aplaca. Y después de lo que les había dicho antes los prepara con otras palabras diciendo: "El que de arriba viene, sobre todos es"; como diciendo: porque vosotros exageráis mi testimonio, y por él me consideráis como más digno de fe, es preciso que sepáis que el que viene del cielo es digno de más crédito que el que habita en la tierra. Y esto es lo que significa: "Sobre todos es", porque El se basta a sí mismo. Es incomparablemente mayor que los demás.  (San Juan Crisóstomo)


 Segundo Punto:    Y en verdad que no todas las cosas que tenía eran terrenas; porque tenía un alma, y participaba del espíritu y no de la tierra. ¿Por qué dijo que era de la tierra? No quiso manifestar otra cosa, aunque en sentido misterioso, por medio de estas palabras, sino que es pequeño, como procedente de la tierra y nacido en la tierra, y de ningún modo puede compararse con Jesucristo, que ha venido de lo alto a nosotros. Y no dice: habla de la tierra, porque hablaba según su propia inteligencia, sino que dice que habla de la tierra en comparación de la doctrina de Cristo. Como diciendo: mis cosas son pequeñas y humildes comparadas con las de Jesucristo, como es conveniente tomar toda la naturaleza terrestre en comparación de Aquél en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios (Col 2,3). (San Juan Crisóstomo)


 Tercer Punto: Si Dios es veraz, Jesucristo es Dios. ¿Quieres probarlo? Examina el testimonio que de El se da, y lo encontrarás. Pero si aun no conoces a Dios, no has recibido todavía su testimonio. Entonces el mismo Jesucristo es Dios, es veraz, lo envió Dios. Dios envió a Dios: únelos a ambos y tendrás a un solo Dios. Esto que San Juan decía de Cristo, que Dios le había enviado, lo decía para distinguirlo de sí mismo. ¿Cómo pues, acaso no envió Dios al mismo Juan? Pero observa lo que dice a continuación: "Porque Dios no le da el espíritu por medida". A los hombres sí se lo da con limitación, pero no a su único Hijo. A unos se les concede por medio del Espíritu la palabra de la sabiduría, a otros la de la ciencia; unos poseen un don, otros poseen otro distinto (1Cor 12). Esta medida es cierta distribución de los dones, pero los que da Jesucristo no los ha recibido por medida. (San Agustín )




+ Mensaje


 “¡Queridos hijos! También hoy deseo invitarlos a la oración y al abandono total a Dios. Ustedes saben que Yo los amo y es por amor que he venido aquí, para mostrarles el camino de la paz y la salvación de sus almas. Yo deseo que ustedes me obedezcan y que no permitan a Satanás que los seduzca. Queridos hijos, Satanás es fuerte y por eso les pido sus oraciones y que me las ofrezcan por aquellos que están bajo su influencia, para que sean salvados. Den testimonio con sus vidas y ofrezcan sus vidas por la salvación del mundo. Yo estoy con ustedes y les doy las gracias. En el Cielo, ustedes recibirán el Padre la recompensa que El les ha prometido. Por tanto, hijitos, no se preocupen. Si ustedes oran, Satanás no podrá hacer nada contra ustedes, porque ustedes son hijos de Dios y el cuida de ustedes. Oren! Que el Rosario esté siempre en sus manos como signo para Satanás de que ustedes me pertenecen. Gracias por haber respondido a mi llamado!. (Mensaje, 25 de febrero de 1988)




+ Coloquio


 Dios, Padre nuestro, gracias porque Tú eres nuestro Padre y porque nos has llamado a ser Tus hijos. Gracias porque nos has revelado Tu amor por medio de Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre. Te alabamos por la misericordia que nos has mostrado en El. Te damos gracias porque nos has prometido enviarnos a Tu Espíritu Santo y especialmente por habernos enviado a María para que pueda guiarnos en este tiempo de gracia. Te pedimos, oh Dios, Padre nuestro, que abras nuestros corazones y nos liberes de todo lo que nos cierra a Ti. Danos la gracia de regocijarnos con Tu Palabra. Danos la gracia de poder entenderla y aceptar Tu voluntad sin miedo. (Fray Slavko Barbaric, 27 de Noviembre 1997)




+ Comunión Espiritual:


 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)