Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

 


Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

Jueves IV Pascua

Evangelio Diario y Meditación


  Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén


+Santo Evangelio

Evangelio según san Lucas 22, 14-20
Llegada la Hora de pasar de este mundo a su Padre, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:
“He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios”.
 Y tomando una copa, dio gracias y dijo: “Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios”.
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Después de la cena, hizo lo mismo con la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.”.



+ Meditación Patrística:

Primer Punto:  Cuando el Señor estaba celebrando la nueva Pascua, dijo muy oportunamente: "Con deseo he deseado comer esta Pascua con vosotros", es decir el nuevo misterio del Nuevo Testamento, que ofrecía a sus discípulos. Esto es precisamente lo que tanto habían deseado los profetas y los santos. Y aun El mismo, ansiando la salvación de todos, les hacía donación de estos misterios, que tanto beneficio habían de reportar a toda la humanidad. La Pascua que ordenó Moisés, en cambio, estaba circunscrita a un solo lugar -a Jerusalén-, donde únicamente se celebraba. Y como no convenía a todas las gentes, no era deseada. (San Eusebio)

Segundo Punto: Así pues, el Señor se muestra a favor de la Pascua que se celebraba conforme a la Ley. Y enseñando que ésta había sido conveniente como figura de su entrega, prohíbe que en adelante se le dé un carácter material. Por ello sigue: "Porque os digo que no comeré más de ella hasta que sea cumplida en el reino de Dios"; es decir, nunca celebraré la Pascua según Moisés, hasta que en la Iglesia sea realizada en sentido espiritual. La Iglesia es el reino de Dios, como dice San Lucas: "El reino de Dios está entre vosotros" ( Lc 17,21). Pertenece también a la antigua Pascua que se proponía abolir lo que añade: "Y tomando el cáliz, dio gracias, y dijo: 'Tomad, y distribuidlo entre vosotros'". Dio gracias porque habían pasado las figuras y empezaban a realizarse los nuevos misterios.  (San Beda)

 Tercer Punto:  Acuérdate cuando te sientes a la mesa que debes orar después que hayas comido. Y no cargues el estómago de una manera desconsiderada -o come con sobriedad-, para poder postrarte sin dificultad y hacer oración. No nos acostemos inmediatamente después de comer, ya que antes debemos orar. Esto nos enseñó claramente Jesucristo, dándonos ejemplo de que después de comer no debemos tomar el descanso y el sueño, sino la oración y la lectura de los Libros Sagrados. Prosigue: "Porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios". (San Juan Crisóstomo)


Coloquio

 Amado Jesús,  tened piedad de mí,  no permitáis que viva más  ingrato a vuestro amor;  dadme luz,  dadme fuerza de vencerlo todo,  para cumplir vuestra voluntad. 
Escuchadme os ruego,  por los méritos de vuestra Pasión.  En esta yo todo lo confío,  y en vuestra intercesión.
¡¡Eterno Padre!  Por amor de Jesucristo aceptad que yo os ame.  Si yo os he enojado,  aplacaos con las lágrimas de Jesús niño,  que os ruega por mí:
Respice in faciem Christi tui.  Yo no merezco gracias,  pero las merece este Hijo inocente,  que os ofrece una vida de penas,  a fin de que Vos uséis conmigo de misericordia. 
Y Vos,  madre de misericordia,  María,  no dejéis de interceder por mí.  Sabéis cuánto confío en Vos,  y yo sé bien que no abandonáis a quien a Vos recurre.


Comunión Espiritual:

 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)