Como un niño


Como un niño

Tiempo  Ordinario VII

Sábado 02 de Marzo

Evangelio Diario y Meditación


  •   Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén


+Santo Evangelio

Evangelio según san Marcos  10, 13-16
Le trajeron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño no entrará en él”.
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.


+ Meditación Patrística:

Primer Punto:  Si cualquiera de los que profesan la doctrina de la Iglesia ve que alguien ofrece al Señor a los que el mundo considera como insensatos, innobles y enfermos, por lo cual son llamados niños, no le prohiba que lo haga como si careciera de juicio al ofrecérselos al Salvador. Seguidamente, exhorta a sus discípulos, como hombres maduros que ya eran, a condescender con el bien de los niños, de modo que se hagan niños con ellos para captarse su voluntad: ya que El mismo, siendo Dios, se abajó haciéndose niño. "Porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios". (Orígenes)

Segundo Punto: De éstos es el reino de Dios, de los que se asemejan a ellos, es decir, de los que por su estudio y trabajo tienen la inocencia y sencillez que tienen los niños por naturaleza. El niño no odia, ni hace nada maliciosamente, no aborrece a su madre porque le corrija, y aunque le pongan ropas humildes, los prefiere a los más ricos. Así el que vive según la virtud de su madre la Iglesia, no le antepone nada, ni aun la voluntad, que es la reina de todos. De aquí que dice el Señor: "En verdad, os digo que quien no recibiere, como niño, el reino de Dios, no encontrará en él". (Teofilacto)

 Tercer Punto: no podréis entrar en el reino de los cielos, si no tenéis la inocencia y pureza de ánimo del niño. O bien: debemos recibir el reino de Dios, esto es, la doctrina del Evangelio como el niño; porque el niño, cuando aprende, no contradice ni se opone con discursos al que le enseña, sino que recibe con fe lo que le enseña, obedeciendo con temor. Así nosotros debemos recibir la palabra de Dios obedeciendo sencillamente y sin ninguna contradicción. (San Beda)


  • Coloquio:
 Señor mío,  ¿queréis saber de mí cómo me he portado con Vos en mi vida?
Desde que comencé a tener uso de razón, comencé también a despreciar vuestra gracia y vuestro amor.  Vos mejor lo sabéis que yo;  pero me habéis sufrido porque aún me queréis bien.  Huía de Vos,  y os habéis acercado llamándome. 
Aquel mismo amor que os hizo bajar del cielo para venir a buscar la oveja perdida,  ha hecho que me sufrieseis tanto,  y no me abandonaseis.
Jesús mío,  ahora Vos me buscáis,  y yo os busco también.  Siento ya que vuestra gracia me asiste;  me asiste con el dolor de mis pecados,  que aborrezco sobre todo mal;  me asiste con el grande deseo que tengo de amaros y daros gusto.  (San Alfonso Mª Ligorio)


  • Comunión Espiritual:
 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)