Una viuda pobre


Una viuda pobre

Lunes XXXIV


Evangelio Diario y Meditación

  •   Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén


+Santo Evangelio

Evangelio según san Lucas 21, 1-4:
En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».


+ Meditación Patrística:

Primer Punto: la generosidad no se calcula según la abundancia del patrimonio sino según la disposición a dar. Por eso la palabra del Señor provoca que todos prefieran a esa viuda de la cual se ha dicho: «Esa pobre viuda ha echado más que nadie». En el sentido moral el Señor enseña a todo el mundo que es preciso no dejar de hacer el bien pensando en la vergüenza de la pobreza, y que los ricos no deben gloriarse cuando parece que dan más que los pobres. Una pequeña moneda cogida de unos pocos bienes es más valiosa que la que se saca de la abundancia; no se calcula lo que se da sino lo que queda. Nadie ha dado más que la que no ha guardado nada para sí…
Ahora bien, en el sentido místico es necesario no olvidar a esta mujer que ha tirado dos monedas en el cepillo. Ciertamente, ¡grande es esta mujer que, por el juicio de Dios, mereció ser preferida a todos! ¿No será que ella ha sacado su fe de los dos Testamentos que son en beneficio de los hombres? Nadie hizo más, ni ningún hombre ha podido igualar la grandeza de su don, puesto que ella unió la fe a la misericordia. También tú, quienquiera que seas…, no dudes de llevar al cepillo dos monedas llenas de fe y de gracia.  (San Ambrosio)

Segundo Punto: Así como en el tesoro del Templo apreciaron las dos monedas de la pobre viuda y, en efecto, moneda a moneda es como van aumentando los tesoros y aumentando su valor, así las menores obras buenas, incluso hechas con desgana y no según toda la fuerza que da la caridad de cada uno, tampoco dejan de ser agradables a Dios y de tener su valor ante Él.
Pues si bien de por sí mismas no pueden hacer aumentar el amor precedente, pues tienen menos vigor que él, la Providencia divina, por su bondad, tiene en cuenta y valora todo, y las recompensa enseguida por un crecimiento de la caridad, ya en el presente, y por un aumento de gloria en el cielo para el futuro.
Teótimo, las abejas hacen la deliciosa miel, que es obra de gran precio, pero también hacen la cera y también ésta tiene su valor y es un buen trabajo.
El corazón enamorado ha de tratar de hacer sus obras con todo fervor y mucho interés, a fin de aumentar así su caridad, pero si sus obras son pequeñas tampoco perderá la recompensa, pues también le agradan a Dios y por ellas también Dios le amará cada vez un poco más, el que las hace.
Así es el amor que Dios tiene a nuestras almas y el deseo que tiene de que crezcamos en el amor que nosotros le debemos; su divina suavidad nos convierte todo en bien, todo lo transforma en ventaja para nosotros; dispone que todas nuestras tareas sean en provecho nuestro, por pequeñas y humildes que sean. (San Francisco de Sales)

  • Coloquio y Comunión Espiritual:

 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)

Eterno Padre os ofrezco la Sangre, el Alma, el Espíritu, el Cuerpo y la Divinidad preciosísima de Tu Hijo Jesús en expiación de mis pecados, los pecados del mundo entero y las necesidades de nuestra Santa Iglesia Católica. Amén.